(Cómo seguir en el ministerio en medio del sufrimiento)

Escrito por Jill Patterson.

Conocí a Bonnie cuando trabajaba con Ágape o Cru en EEUU. Bonnie participaba en nuestro movimiento de estudiantes en la Universidad de Southwest Texas State. En 2000, Bonnie y yo acabamos siendo compañeras de casa y durante ese año, Bonnie decidió correr un maratón por primera vez.
La carrera clásica del maratón es especial porque su origen está basado en la historia del soldado griego, Filípides, en 490 a. C.
Filípides corrió desde la ciudad de Maratón hasta Atenas para anunciar la victoria sobre el ejército persa. La distancia que recorrió fue unos 40 km y, después de cumplir su deber, murió de fatiga.
Hoy en día el maratón forma parte del programa de atletismo en los Juegos Olímpicos y se organiza en muchas ciudades por todo el mundo y consiste en recorrer una distancia de 42 kilómetros. Es decir, es una carrera MUY LARGA.
Hace poco llamé a Bonnie para conocer más sobre su experiencia cómo maratonista. Me confesó que, al principio, nunca se había planteado correr un maratón. Cómo muchos jóvenes americanos, Bonnie comenzó a correr haciendo footing por su barrio. Ella corría 5 kilómetros 3 veces a la semana. Luego lo subió a 8k 3x/semana porque es lo que hacía su padre. En la universidad, un amigo le retó, diciendo, “Bonnie, si puedes correr 8 kilómetros, podrías correr 11 km.”
“¿Ah sí?” preguntó Bonnie y decidió salir a probarlo. No lo consiguió la primera vez, pero, poco a poco, se hizo más fuerte y, al final, logró correr 11 km. Lo mismo pasó con 16 km, y luego, con el medio maratón.  Después de 5 años de estos incrementos graduales, Bonnie se presentó en el maratón de Houston. Después de su segundo maratón, Bonnie acabó con un buen tiempo. Estaba muy cerca de poder clasificarse para el maratón de Boston.
El maratón élite de Boston se conoce como el maratón de los maratonistas, ya que para poder inscribirse es necesario acreditar un determinado tiempo, conseguido en otro maratón internacional en el año previo y, cómo os lo podéis imaginar, Bonnie se clasificó y cumplió él maratón de Boston.
Desde 2000, Bonnie ya ha cumplido 27 maratones, y 16 de ellos, o sea, más de la mitad, cumplió en el maratón de Boston Cómo véis, Bonnie se ha hecho una maratonista de alto nivel … pero no lo hizo de un día para otro. Tardó años en poder correr tanta distancia.  Bonnie consiguió correr un maratón haciendo pequeños incrementos…pero para hacerlo tenía que someter su cuerpo y su mente continuamente a nuevos niveles de dolor y sufrimiento.

Correr es así

Cuando Bonnie me hablaba de los meses de preparación, mencionó de pasada que los dedos de los pies regularmente acababan magullados al correr tanta distancia. ?? No un dedo ni dos. ¡Los 10 dedos! Si lo piensas, parece bastante normal que el cuerpo sufra así … ¡pero es muy fuerte!Lo que más me llamó la atención fue la manera en que lo mencionó Bonnie.
No se quejó. No se escandalizó ni se hizo la víctima. Tampoco se jactó de ello. Lo mencionó de paso, cómo decir, “Cuando entreno, me pongo las bambas.” Para Bonnie, fue simplemente un hecho. Ella había aprendido que el maratón es así de durísimo y asumió los sufrimientos como parte del proceso de correr un maratón.
La carrera de la vida es así también ¿verdad? No nos sorprendamos. Job, el personaje bíblico más famoso por sus sufrimientos, ya decía hace siglos que el hombre nace para el sufrimiento, así como las chispas vuelan hacia arriba. (Job 5:7) Incluso Jesús mismo, en su tiempo en la tierra Jesús, aunque era Hijo de Dios, aprendió la obediencia por lo que padeció.
Tuve la oportunidad de probar esta verdad cuando me destinaron a un proyecto de verano en Tashkent, Uzbekistán en 1995.  Fue 3 años después de la caída de la Unión Soviética. ¿Os imagináis las condiciones del país? ¿ Y de la habitación donde dormíamos? ¿Os imagináis la persecución que vivieron los misioneros que estaban allí? Ese verano, un coordinador de Cru fue secuestrado por la KGB y otro misionero experimentó una caída mortal …
Pero el evento que más me marcó fue cuando volvimos de una excursión en la montaña con un grupo de universitarios.  Llegamos a la estación de tren para volver a casa y nos dimos cuenta que llegábamos tarde. Compramos los billetes y los repartimos entre los estudiantes, gritando, “Corred. Coged el tren.” El tren empezaba a salir lentamente.
Katya, una de las universitarias uzbekas extendía la mano a otro chico que estaba dentro del tren para subir… cuando, de repente, se cayó por debajo del tren. Es una larga historia pero después de unos días intensos en el hospital, esta chica de 20 años terminó paralizada de por vida de la cintura para abajo.
Yo y mi compañero, con un total de 25 y 29 años hicimos todo que podíamos para tomar responsabilidad de este horrible accidente que ocurrió durante una actividad de Cru. Ese proyecto de verano duró solo 5 semanas, pero fue el colmo de una llamada de atención que me afectó hasta años después. ¿Os dais cuenta dónde estamos metidos? En la vida hay dificultades… a veces hay accidentes horribles; a veces, hay enfermedades despreciables; a veces, hay grandes injusticias; a veces, hay crueldades indescriptibles. Esto va en serio….. Por esto, Jesús les avisó a sus discípulos, “En este mundo, tendréis problemas, pero sed valientes. He vencido al mundo.” Yo personalmente me he agarrado muchas veces a su promesa en Isaías (42:3) “No quebrará la caña cascada ni apagará la mecha que se está extinguiendo; según la verdad traerá justicia.”
Es importante tener claro que la carrera de la vida, igual que un maratón, es larga y es dura.  Continuamente vamos a encontrarnos con retos, dificultades y sufrimientos.
La buena noticia es que el Señor nos acompaña y utiliza estas cosas para transformarnos a su semejanza.
Se dice que en la vida, estamos o saliendo de una crisis, en medio de una crisis o a punto de entrar en una crisis.
¿Hay manera de prepararnos para poder adaptarnos mejor a las dificultades de la vida? ¿Cómo lo hacen los maratonistas?

Entrenamiento

El entrenador y autor Hal Higdon dice, El maratón es un evento donde la disciplina es sumamente importante. Necesitamos la disciplina para reducir la velocidad al principio para que podamos acelerar al final.”
La disciplina no es castigo. Una disciplina es una actividad que somos capaces de cumplir que nos lleva a lograr lo que no podemos lograr sin ello.
Cuando Bonnie decidió correr su primer maratón, no sabía nada sobre esta disciplina de entrenarse, pero sabía que entrenar era importante. Decidió coger uno de aquellos planes simples de entrenamiento de la revista Runner’s World.
Para los corredores, la disciplina del entrenamiento proporciona una estructura y un estímulo para que el cuerpo se adapte y pueda manejar una mayor carga de trabajo. Los elementos principales del entrenamiento del maratón son:
Kilometraje básico que hace 3 a 5 veces por semana. La tirada larga cada 7 a 10 días para que sus cuerpos puedan adaptarse gradualmente a largas distancias. Trabajo de velocidad en que practican intervalos y carreras de ritmo para aumentar la capacidad cardiovascular, y El descanso y recuperación. El descanso adecuado ayuda a prevenir lesiones y agotamiento mental. Siguiendo un plan simple de entrenamiento, Bonnie terminó su primer maratón en 4 horas y 5 minutos.
En la carrera espiritual, la practica contínua de disciplinas espirituales nos pueden proveer una estructura para el entrenar nuestras almas y madurar nuestro carácter. Richard Foster, autor de Celebración de disciplina dice que las disciplinas espirituales nos liberan de la asfixiante esclavitud del interés propio y del miedo. Su libro trata de 3 categorías básicas de disciplinas.
La primera categoría, de las disciplinas interiores, hay meditación, oración, ayuno, estudio.
La segunda categoría es: las disciplinas exteriores: sencillez, soledad, sumisión, servicio y para que no penséis que las disciplinas acaban con nosotros mismos, hay las disciplinas corporativas que SE PRACTICAN EN COMUNIDAD: confesión, culto / adoración, dirección, celebración.
Practicar las disciplinas espirituales no hace que la vida sea fácil…pero cuando las practicamos, nos entrenamos y nos preparamos para los momentos de dificultad.
Además de la disciplina de entrenamiento, Bonnie recomienda que entrenemos con otros. 
Cuando se puso el objetivo de clasificarse para el maratón de Boston, Bonnie tomó la decisión de unirse al grupo, Gacelas de Gilbert, un club de corredores en Tejas. Gilbert, el entrenador del club, fue un corredor profesional de Sudáfrica. Creía mucho en Bonnie y le prestaba atención durante los entrenamientos y le animaba mucho a alcanzar su potencial.
Además, entre las otras gacelas, Bonnie se encontró con corredoras más rápidas que ella y le empujaron más que nunca a retarse y a desear más. A lo largo de varios años con Gilbert y sus compañeras del club, Bonnie quitó 55 minutos de su tiempo total. Su récord personal de correr un maratón es 3 horas y 10 minutos. ¡Casi una hora más rápida que su primer maratón.
No subestimes el impacto de correr con otros.

El muro y la desolación

Cumplir un maratón trae una variedad de dificultades y dolores…pero el más doloroso y quizás más conocido ocurre cerca del final de la carrera al llegar al kilómetro 32-33.
Durante el maratón, llega un momento cuando las cosas pasan de ser bastante difíciles a ser muy, muy difíciles. Es el punto donde el cuerpo y la mente se prueban simultáneamente.
Es el punto exacto donde todos tus planes previos a la carrera se van por la ventana: lo que te puede llevar a una marca mucho peor de la esperada o a la retirada de la carrera.
Esta sensación se conoce cómo una pájara, o de la expresión inglesa, “hitting the wall” o “darse contra el muro.” Es una situación en que el rendimiento físico se deteriora bruscamente a causa del agotamiento de las reservas de energía.
En nuestro camino espiritual también existe una especie de pájara o muro.
Es una estación de desolación que San Juan de la Cruz llamó La noche oscura del alma… es cuando oramos y parece que Dios no responde; cuando estamos aburridos de escuchar sermones; cuando no estamos motivados para leer la Biblia ni orar. Nuestra vida espiritual se seca como el polvo.
Puede ser que Dios haya retirado intencionalmente su presencia sentida para fortalecer nuestro carácter y enseñarnos a confiar en Él y su persona y no solo en sus bendiciones.
Es importante notar que la desolación es diferente de la depresión.
La desolación se enfoca en nuestra relación con Dios y nuestra vida espiritual, aunque está afectando nuestras emociones, personalidad y relaciones. Y la causa de las desolaciones también es espiritual.
Tanto en el maratón como en la carrera espiritual, no hay ninguna fórmula rápida para poder durrumbar el muro, pero basta con decisiones pequeñas…
De 2000-2004, estuve en Granada con varios equipos, lanzando el ministerio de Q. Juntos invertimos miles de horas orando por una gran cosecha en Granada y entre todos los universitarios de España.
Sabía, sin duda, que Dios nos escuchaba e que iba a traer una gran cosecha espiritual algún día por nuestra labor, pero después de 4 años sin tener nada visible que mostrar y con un agotamiento emocional, luchaba continuamente con dudas hasta que me llevó a un tiempo largo de la noche oscura del alma.

Los tips de Bonnie

En esta etapa tan dura Bonnie se da permiso de bajar el ritmo, incluso de caminar. 
En la carrera de la vida nosotros también podemos darnos permiso para alejarnos de lo que se ha convertido en una carga y aprender a descansar en la gracia de Dios.
A veces, se receta un tiempo de descanso extendido a través de un sabático. No son vacaciones.
El sabático es un proceso guiado en el que confiamos deliberadamente en Dios, desvinculándonos de responsabilidades normales del ministerio para dedicarnos al estudio, al descanso, a la renovación y a la evaluación de la vida y del ministerio.
Además de permiso de descansar, Bonnie involucra la ayuda de otros. Ella lleva puesto su nombre en la camiseta. Así, la gente en la calle puede llamar su nombre y animarla con sus gritos.

Nosotros también podemos pedir ayuda a los demás. 

Incluso Jesús pidió a la gente que orara por él cuando estaba desolado (Mateo 26:36–41).
El pequeño paso de compartir con un amigo de confianza sobre cómo estamos y pedirle oración puede traer alivio e incluso esperanza mientras esperamos en la oscuridad. O, depende de la situación, puede ser muy apropiado y puede ser útil pedir ayuda profesional de un psicólogo o terapeuta cristiano.
A pesar de bajar el ritmo y recibir los ánimos, llega un punto cerca del final en que todo su cuerpo grita “PARA. ESTOP!”
Bonnie dice que en ese momento, tiene que morir a sí mismo en medio del dolor y apretarse él cinturón para poder llegar hasta el final.  En la carrera de la vida, tarde o temprano, te encontrarás sin fuerzas y querrás tirar la toalla. En ese momento o etapa, sea cómo sea, ofrécele lo único que te queda: tú mismo: tu corazón, tus sueños rotos, tus decepciones. Ofrécete al Señor con sacrificios de alabanza y gratitud.
En 2011, antes de nacer, nuestro segundo bebé fue diagnosticado con Síndrome de Edwards, también conocido como trisomía 18. Es una afección rara pero grave.
Lamentablemente, la mayoría de los bebés con síndrome de Edwards mueren antes o poco después de nacer, así fue en el caso de Rebekah quién murió cuando yo estaba a 6 meses de embarazo.
Durante esta crisis, leía Un millar de obsequios: El desafío a tener plenitud de vida allí mismo donde estás por Ann Voskamp. En su libro, Voskamp nos anima a buscar motivos de gratitud en medio de cada situación.
Aún recuerdo haciendo mi lista diario de temas de gratitud y me vino a la mente la canción,“Sendas Dios hará.” Entre lágrimas, canté…
“Sendas Dios hará dónde piensas que no hay. Él obra en maneras qué no podemos entender. Él me guiará. A su lado estaré. Amor y fuerza me dará. Un camino hará dónde no lo hay.”
Esta crisis me llevó a aprender como practicar la gratitud, a perder el temor a la muerte y a estar consciente de esa presencia continua de Dios que trae consigo una felicidad profunda y perdurable que me acompañará durante el resto de mi vida.
Cómo veis, prepararse para correr un maratón tiene mucho que ver con la carrera de la vida con Jesús. Implica una preparación integral: entrenamiento físico, mental y espiritual.
Algún día se acabará la carrera y podremos descansar y celebrar la victoria con Jesús. Sin duda, diremos que ha valido la pena cada momento de sufrimiento y sacrificio. Hasta entonces ¿Cómo estás corriendo la carrera de la vida y cómo aumentas tu entrenamiento para que puedas llegar bien al final?